JUNIO / 2017
En el verano del 2017 volví, junto con mi familia, a pedalear junto al Danubio. El año pasado descubrimos las virtudes y posibilidades de viajar con niños en bicicleta así que este nos lanzamos a continuar completando lo que no hicimos el año pasado. Es por ello que comenzamos por el principio, en el nacimiento oficial del río junto a la ciudad de Donaueschingen.
El viaje
Hasta ahí nos dirigimos en coche tras un par de días de viaje atravesando Francia y llegando justo a la frontera con Alemania, en la Selva Negra donde nace el río. Recorrimos cerca de seiscientos kilómetros hasta llegar cerca de la frontera con Austria, en la ciudad de Passau, el punto de partida del año pasado.
Hasta ahí nos dirigimos en coche tras un par de días de viaje atravesando Francia y llegando justo a la frontera con Alemania, en la Selva Negra donde nace el río. Recorrimos cerca de seiscientos kilómetros hasta llegar cerca de la frontera con Austria, en la ciudad de Passau, el punto de partida del año pasado.
Una constante del viaje, realizado en quince días entre finales de julio y principios de septiembre, ha sido la lluvia incesante. Nos ha llovido prácticamente todos los días en forma de fuertes tormentas (con fuerte aparato eléctrico) o lluvia constante en ocasiones durante más de 24 horas seguidas.
La ruta pasa por entornos boscosos de gran belleza y cruza algunas ciudades que bien merecen una visita como Ulm o Regensburg.
Logística
Fuimos en coche hasta Donaueschingen desde Madrid llevando con nosotros bicis, carrito y demás material. El coche lo aparcamos junto al camping de Donaueschingen donde comienza la ruta. Es práctica habitual para los ciclistas que realizan este tramo dejar el coche en ese lugar pues está junto al camping pero se trata de un lugar seguro. Quince días después retornamos a nuestro vehículo.
Terminamos el viaje en Passau donde volvimos al punto de inicio en tren. Tuvimos que coger tres trenes. Passau-Munich en un tren cómodo con espacio para las bicicletas. Munich-Ulm, otro de esos trenes cómodos sin problemas para viajar con bicis y Ulm-Donaueshingen que fue un autentico infierno en un vagón atestado de gente, bicicletas, carritos y donde apenas cabía un alfiler. Desde la estación de Donaueschingen pedaleamos unos diez kilómetros hasta el camping donde habíamos dejado el coche.
El alojamiento fue básicamente en campings. No hay demasiados, al menos comparado con Austria. En algunas ciudades como Ulm o Regensburg (Ratisbona) nos alojamos en albergues u hostales.
Recomendable llevar dinero suelto pues en muchos sitios no aceptan tarjeta. Poca gente habla inglés. Hay numerosas tiendas con talleres para bicicletas a lo largo del camino. También hay agua abundante y en general muchos restaurantes o tiendas donde comprar provisiones.