SEPTIEMBRE / 2011
Esta vez caminaría durante unos cuantos días. Por el simple placer de perderme en la naturaleza en soledad. Con una caña de pescar y una cámara de fotos en vez de cuerdas y artilugios de escalada.
Algo más sencillo pero también emocionante en este país, donde los osos y otra gran cantidad de fauna campan por escenarios aún salvajes en el significado más integro de la palabra.
Las Uinta Mountains. Se trata de un paisaje diferente al que nos imaginamos si pensamos en Utah. No es el desierto de la parte sur del estado, sino una cadena montañosa de más de cuatromil metros salpicada por lagos y bosques espesos. Cinco días en soledad caminando por encima del techo de Utah (King´s Peak 4300 m.). subiendo collados y bajándolos, haciendo fuegos, intentando pescar y montando mi pequeña tienda en lugares maravillosos. Rodeado de alces, ciervos, huapitís, cabras de montaña, osos negros y miles de pájaros. Durmiendo con un spray anti osos debajo de la almohada y viendo atardeceres mientras escucho el crepitar del fuego y el olor a resina entra por mi nariz.
Elegí estas montañas por ser el escenario de una de las películas que despiertan en las personas el ansia por sumergirse en una naturaleza profunda y salvaje: Las aventuras de Jeremiah Jhonson (Sidney Pollack 1972). De pequeño soñé una y mil veces en convertirme en un personaje similar. Las situaciones de la vida me han hecho acabar viviendo a las puertas de los valles y montañas donde Jeremiah realiza su peregrinaje circular.
El viaje comenzó en el cañón formado por el río Uinta y terminó, cinco días después, en Hayden Pass donde vinieron a buscarme. Encontré a una sola persona en cinco días. Me lo encontré cagando en un cruce de caminos y casi nos morimos del susto los dos, al menos yo tenía los pantalones puestos. Recorrí el llamado High Line Trail, recomendado por un señor californiano de barba larga y blanca quien, como muchos otro californianos, han venido a vivir a Utah (Robert Redford, el actor que interpreta a Jeremiah Johnson está entre ellos). Cinco días sin ver a ver a otros seres humanos, lo cual, en muchas ocasiones, es un gusto. El día que llegué a Hayden Pass (caminaba en sentido este-oeste) era viernes. Al aproximarse al aparcamiento comenzaron a llegar coches, rancheras y todoterrenos de dimensiones enormes. De ellos bajaban individuos, familias enteras dispuestas a pasar unos días recorriendo el monte y pescando. Caminaban armados hasta los dientes, pistolas en el cinto, cuchillos y muchos de ellos, rifle al hombro. Chicas jóvenes con fusiles rosas y sombreros tejanos, hombres en traje de camuflaje armados con pistolones, jóvenes imberbes con afilados cuchillos colgando del cinturón. Todos, como un ejército variado, sumergiéndose en silencio en los bosques.
Podéis ver más fotos en: https://www.facebook.com/media/set/?set=a.220970898021157.47793.100003247463635&type=1
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