10
abr. 2014
A las nueve de la mañana de todos los días, en un pequeño pueblo del sur de Utah frontera con Arizona, una ranger rubia y sonriente a la que parece que no le ha costado madrugar, da vueltas a un bombo de lotería ante la mirada impaciente de decenas de personas. Sortea a los diez elegidos que visitarán ese día The Wave (la Ola), un enclave geológico, cuyas fotos dan la vuelta al mundo. La gente atiende el sorteo como el día del Gordo de Navidad, impacientes, agarrándose de las manos las parejas y aplaudiendo y felicitando al ganador con muecas (a los ojos expertos del español) de clara envidia. Familias de todo el mundo, viajeros solitarios, grupos de excursionistas que solo estarán de paso un día por Kanab prueban suerte en un lugar al que saben lo más probable es que no vuelvan nunca más. Una sola oportunidad de que salga el número de tu grupo y que te haga feliz siendo uno de los privilegiados. En la sala puede haber hasta casi doscientas personas y cuando sale un número ganador el afortunado choca al aire con los otros miembros del grupo y comienzan a ajustarse la mochila, atarse las botas, casi hasta calientan los músculos antes del trekking soñado como un futbolista que sabe de su salida inmediata al campo. Al terminar el sorteo, que empieza a las nueve en punto hora de Utah (curiosamente The Wave está en Arizona que va una hora por delante), la mayor parte del auditorio se va con la cabeza gacha y la ranger sonríe a todo el mundo poniendo cara de otra vez será, cuando en realidad parece pensar ¡Hala, todo el mundo a cascarla!
Aquí os dejo con unas fotos de María Ramírez