05

abr. 2014

Arena en los calzones. Un viaje por el Oeste. El río Colorado, primera parte.

ESPERANDO AL FERRY

En el año 1871 un hombre, John Doyle Lee, acompañado por tres de sus mujeres y un puñado de mulas, llegó al lugar donde ahora me encuentro. Una orilla del río Colorado yerma y castigada por el Sol, sin apenas una sombra bajo la que guarecerse. Había sido condenado al exilio acusado de asesinato. Obligado a separarse de diecisiete de sus diecinueve mujeres y emprender el viaje solo con dos de ellas: Rachel y Emma. Había obtenido la información que afirmaba que en la confluencia del río Paria con el Colorado este último podía ser cruzado, las paredes que lo encañonan descienden sobre sus aguas durante apenas unos centenares de metros. Los suficientes para permitir, en aquel entonces, el único cruce posible del río Colorado entre el estado de Utah y el de California. Secretamente financiado por la iglesia mormona, la misma que le había “condenado” y excomulgado, se encargó de la construcción de un puesto de comercio con los navajos, un rancho donde habitar y un ferry que uniese ambas orillas y estados. HaHoy en día sigue llevando su nombre: Lee´s ferry. Plantaron frutales, un pequeño huerto y Enma, su mujer número diecisiete, decidió llamar al rancho Lonely Dell, algo que se puede traducir como “pequeño y solitario valle arbolado”.

A día de hoy es un paraje que mezcla la historia reciente de un país que hace poco más de cien años estaba en pleno proceso de colonización y un lugar mítico para aquellos que deseen descender las aguas del famoso río. Desde aquí las aguas se encañonan en el desfiladero más impresionante y posiblemente famoso del mundo entero: El Gran Cañón del Colorado. En este lugar el río es un remanso de quietud, una zona amable cargada de historia y de viajeros que terminan o comienzan un viaje memorable por las aguas rojizas de un río que se ha convertido en un símbolo. Algunas ruinas interesantes nos refieren a ese pasado no tan lejano. A finales del siglo XIX las relaciones entre pioneros e indios no era siempre buena y en este lugar se construyó un pequeño fuerte para defenderse de posibles ataques. Sus piedras reconstruidas quedan como testimonio de ese salvaje Oeste. John Doyle Lee fue finalmente ajusticiado y fusilado frente a un pelotón el 23 de marzo del año 1877 y su mujer continuó gestionándolo un par de años más hasta que se lo vendió a la iglesia mormona. Esta se hizo cargo de el ferry hasta el año 1910 cuando su gestión pasó a cargo del condado (Coconino county) En el año 1928 se construyó un puente sobre el Colorado, el llamado Navajo Bridge todavía hoy visible y practicable, y el ferry dejó de tener sentido y se perdió entre la arena y el agua del desierto.

La fiebre del oro llegó también a esta zona y algunos inversores acudieron a estas orillas a probar suerte. Testimonio de esta época son las calderas de vapor que yacen herrumbrosas semienterradas en la arena. También el esqueleto de un barco de vapor empleado para transportar el mineral necesario en la maquinaria permanece hundido a escasos metros de la orilla. Separado algo de distancia del río Colorado pero a una distancia prudencial para poder acudir de manera rápida en caso de que alguien solicitase cruzar el río, se encuentra el rancho que John Doyle Lee y sus mujeres construyeron. Todavía hoy es visible y se puede visitar. En esos tiempos una campana colgaba en ambas orillas, cuando un viajero solicitaba los servicios del cruce solo tenía que tocarla para que el trabajador de turno acudiese.

Ahora espero que venga una barca y me lleve a la famosa presa del Lago Powell. Muchos ríos de tinta ha dejado la presa Powell. Si el río Colorado es un símbolo dentro de este país, esta presa es otro símbolo del impacto ecológico y del afán de doblegar a la Naturaleza para ponerla a servicio de las necesidades del hombre. Cañones anegados con pueblos y vestigios indios son la consecuencia, así como el bloqueo de un río (uno de tantos dentro de este Colorado) que hace que actualmente no llegue ni siquiera a desembocar en el mar. Un río en lenta agonía hacia su desaparición. Pero mucho se ha escrito sobre ello y no vamos a mencionarlo más. Simplemente decir que en los años de la construcción de la presa (1957-1962) hubo un movimiento muy fuerte de lo que se llamó ecoterrorismo, con muchas acciones combinadas de sabotaje de la maquinaria encargada de llevar a cabo la gran obra, así como manifestaciones y otras escaramuzas. Muchos artistas e intelectuales de la época estuvieron implicados en estas acciones y como consecuencia tenemos buenas páginas de literatura. Las más famosas de ellas, probablemente, se encuentren en “La banda de la tenaza” de Edward Abbey, traducido al español por fin desde hace dos o tres años.

A punto estoy de subirme a la barca que me llevará a la base de la presa, aunque he descubierto demasiado tarde que  un sendero zigzagueante (Ropes Trail) te permite llegar hasta las aguas del río sin que te tengan que llevar a motor río arriba. Con mi equipaje ligero paso las horas mirando el río fluir y me pierdo en la inmensidad rojiza de sus altas paredes, pensando en años de historia y en ríos moribundos. Pasaré un par de días remando estas aguas antes de emprender rumbo norte de nuevo.