20

mar. 2012

Campamento Byers II

La orilla arenosa sirve de lecho a los elefantes que se revuelcan y se amontonan entre toda clase de sonidos guturales, mezcla de sonoros pedos y eructos infinitos. La cara de A. con sus gafas empañadas, la ropa mojada, la cámara de fotos echada a perder y el disco duro con más agua que una pecera refleja la soledad que se puede sentir cuando te abandonan en una isla desierta, cuando ves a tu barco marchar con el cabeceo que provoca la mar que se agita entre espumas blancas y ráfagas de viento.

Rápidamente creamos una pequeña y confortable comunidad al calor del iglú que hace las veces de modulo de habitabilidad, donde nos juntamos para cocinar, comer, trabajar y pasar largas horas riéndonos con ideas delirantes. El tiempo mejora a los pocos días y el mar se calma mutando sus borreguillos de marfil en una superficie mercúrea e inmóvil, como una inmensa pista de patinaje sobre hielo. Las nubes desaparecen y el sol asoma como una esfera perfecta pintada sobre un cielo azul brillante. Estos días no suelen ser habituales en la Península Byers y los aprovechamos para adelantar toda la cantidad de trabajo posible.

El primer día de trabajo subimos a la meseta central de la península en la que se encuentra el lugar de trabajo de M.A. y A. Su proyecto estudia el comportamiento del permafrost a través de diversas experiencias en el terreno. Sus conclusiones tienen como objetivo la comparación y aplicación de las mismas en el estudio del planeta Marte. Conversar con estos expertos marcianos es un placer para mi pues parecen venir de un lugar remoto y desconocido, donde las leyes de la Tierra no se cumplen. Yo les pregunto constantemente sobre aspectos de Marte como quien se interesa por un país extranjero, cómo se llega, si hace calor, cómo son sus paisajes... M.A. me responde como quien habla de su pueblo, usando unos topónimos que sólo sus habitantes conocen. Tras subir a la elevación desde la que se extiende el paisaje interno de la Península, con su terreno rocoso descarnado con pequeñas colinas rojizas y sus vaguadas donde reposan neveros aún no derretidos por el calor del verano austral, M.A. se dirige a su compañero:

-¿Es o nó es Marte?

Para saber más del proyecto Permaplanet consultar el blog del mismo: http://antartibloguah07-08.blogspot.com/2012/01/buenos-tiempos-en-byers.html