08
oct. 2012
Volvimos al Cottonwood Canyon con Mikel, aprovechando las últimas luces de un día entre semana. Tras muchos días de lluvia la atmosfera estaba limpia y fresca y los rayos del sol, sumergido entre las montañas, teñían las paredes de un fuerte color anaranjado. Las ganas de escalar hacen estas cosas, comenzar a trepar aún sabiendo que no llegarás de regreso con luz al coche. Y así fue: terminamos rapelando con la ciudad de Salt Lake City al fondo, de noche, con sus miles de luces encendidas y nosotros con un frontal sin pilas. Luego bajamos al aparcamiento buscando el sendero a la tenue luz de un farol colgando del brazo, a la antigua, como un pirata o un carcelero.