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abr. 2012

La Calle 25 (Art House Cinema 502)

Un pequeño cine de veintiocho asientos se encuentra frente a mi casa, en la histórica Calle 25. Tiene paredes de ladrillo con restos de antiguos murales en color. Las butacas son pequeñas y de madera, crujen cuando te sientas y cuando mueves rápidamente la pierna al final de la película, en el desenlace, cuando el protagonista vuelve a encontrar a su amor imposible cuarenta y siete años después. Crujen los respaldos cuando la gente se limpia las lágrimas y cuando te entras ganas de ir a mear al pequeño servicio. Parece una sala de compañía de teatro experimental, pero con el glamour de un viejo cine de los años cincuenta. Tiene cinco sesiones al día y también se puede alquilar el cine entero y hacerte un maratón de películas al gusto, convertirte en hombre proyector y decidir qué vas a poner esta noche. Hay gente que tiene en su casa salas de cine más grandes pero no con este encanto. No tienen una pequeña cartelera con luces y posters de películas dentro de fotogramas, ni antiguos carteles de cine clásico y alternativo. Tampoco tienen una programación en la que cada dos títulos aparece la palabra lesbianas o del espacio ni músicos alcohólicos tocando el banjo fuera, fumando cigarros y repartiendo la programación del mes.