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feb. 2014

Páginas en blanco 13. 2014

Hoy por fin, después de una semana, volvemos a tener agua.  Parece mentira pero en una base antártica también se congelan las tuberías. El último día que las cañerías funcionaban con alegría y el agua corría en ellas como un torrente en primavera rechacé la corta ducha que solemos darnos cada cierto tiempo. De eso hace ya algo más de una semana. Hice mal. Hasta esta tarde no podré lavarme, ni tampoco toda la ropa sucia que se amontona en un rincón de mi habitación. El primer año que estuve aquí solo estaba permitido darse una ducha de cinco minutos a la semana. Ahora es posible incluso hacerlo cada dos  o tres días.  Eso cuando hay agua. Durante la estancia  en el campamento Byers lo de la ducha es imposible. En mi primera campaña pasé dos meses ahí. La higiene se hacía con toallitas húmedas y, algún día, algo de agua caliente en un barreño. Al subir a bordo del buque que vino a buscarme, la tripulación se apartó para dejarme pasar: me hicieron un paseillo. Me fui directo a las duchas del Las Palmas, vestido. Esta tarde la ducha también promete, así como la lavadora.

D. tiene unos calcetines que no sabemos qué hacer con ellos. Hemos pensado en incinerarlos pero tememos que los gases producidos sean demasiado contaminantes. Por más que los escondemos acaban apareciendo de una manera u otra. Hace años, al meterlos en la secadora (esos no, pero sí otros similares), se produjo una reacción rara y el olor resultante nos hizo pensar que había un incendio. Se disparó la alarma. El equipo de técnicos se armó con el material antiincendios: cascos, hachas, extintores. Dando vueltas a la sala de lavado no lograban descubrir el foco del fuego.

Al final abrieron la secadora y aparecieron los calcetines. Terminaron en la basura. Cosas como esta pasan cuando nos quedamos sin agua mucho tiempo. Nuestra hidratación, de momento, no peligra, pues hay vino y cerveza en abundancia.  Pero el aspecto de algunos empieza a ponernos un poco nerviosos, con barbas largas y pelos de naufrago. Apuesto que mañana amanecerá la base con una dotación afeitada, perfumada y vestida con ropas limpias y brillantes.