07

feb. 2014

Páginas en blanco 8. 2014

Continuamos los trabajos en la base.  El grupo de montaña al que pertenezco pasa prácticamente todos los días trabajando en los glaciares que rodean nuestras instalaciones en Bahía sur. El glaciar Johnson y el Hurd son objeto de estudio desde prácticamente los inicios de la base, a finales de los años ochenta.  Uno de sus principales proyectos tiene monitorizado el glaciar para estudiar su dinámica con el paso de los años. Para ello tenemos establecida una red de estacas repartida por todo el hielo que es medida continuamente durante nuestra estancia. Calculando su posición exacta, aparte de otros parámetros, los científicos observan su movimiento. Para medir las estacas nos movemos de una a otra en motos de nieve o en esquís en función de las circunstancias. Pasamos la mayor parte del día desplazándonos por el hielo guiados por el gps pues la visibilidad, debido al mal tiempo, es casi siempre nula. Las horas pasan en nuestra oficina de hielo y viento, recorriendo a menudo un espacio de blancura total, como invisible.

El trabajo a menudo exige largas esperas expuestos al frío y a la humedad intercaladas por el viaje en moto de una estaca a otra. Al aproximarnos en nuestro vehículo a la zona de estudio se vislumbra en la nebulosa de nieve el reflejo rojo brillante de la estaca en la blancura. Una vez sobre ella comienzan de nuevo las mediciones y la espera.

Así pasan las horas. Cuando las estacas se encuentran cerca de una zona conflictiva por la presencia de grietas dejamos las motos aparcadas en la nieve y nos aproximamos en esquís a ellas, esquivando las fisuras en el hielo y sondeando los puentes de nieve que entre ellas se establecen. En esos momentos uno desciende a las entrañas de la bestia dormida sobre la que trabajamos, con sus rugidos y temblores. Al terminar la jornada en el glaciar bajamos a la base esquiando y al entrar nos sacude en la cara el calor de los edificios al resguardo y el olor de la comida que nos espera. Así pasan los días en la oficina.