09

may. 2012

Viejo vaquero busca rancho

Debe tener entre sesenta y setenta años.  La cara ajada por el sol, el viento y la arena del desierto. Algunos huecos negros  salpican  el blanco amarillento de su dentadura. Un vistazo rápido por la ventanilla  del coche me deja ver que  toda su vida ha sido atractivo, y lo sigue siendo. El pelo rubio se mezcla con algunas canas que caen pegadas por el sudor encima de las orejas, bajo un sombrero tejano de color crema, manchado de tierra y del humo de los coches. Barba de un par de días recortada en alguna estación de servicio de la I15, donde por menos de tres dólares te puedes comer un par de perritos y tomarte un litro de café aguado.  Las botas en punta se mueven por el arcén siguiendo la velocidad de los coches que pasan, repitiendo una y mil veces al día el  paso de baile que permita  a los conductores leer su cartel hasta el final. Viejo cowboy pide dinero para llegar hasta Wyoming a trabajar en los ranchos.