19
sep. 2012
El otoño cayó sobre el río con un manto helado que cambió de color las hojas de los árboles, inundó con lluvia nuestras jornadas de remo, y levantó una brisa suave, fresca y constante.
Ahora he vuelto a Utah y el calor derrite el asfalto. Lleva muchos días sin llover y las montañas frente a mi casa están cubiertas de una neblina que no es otra cosa que contaminación. Uno comprende a esas japonesas de guantes blancos de camarero y mascarilla en la boca que caminan por la ciudad con sombrilla protegidas como astronauta en la Luna. Desde mi ventana no alcanzo a ver las montañas difuminadas por la calima que genera la mierda del cielo que aquí llaman smog.
Por eso hay que empezar a subirse a lo más alto y buscar un poco de aire fresco para respirar. Hace un par de días volvimos a la City, como aquí llaman a City of Rocks, una de las escuelas de escalada más interesantes que hay a pocos kilómetros de casa, en este caso en Idaho.
Aquí podéis ver una somera descripción que hice hace unos meses: http://www.hilomoreno.com/2012/05/city-of-rocks/
Esta vez nos juntamos un buen grupo de escaladores locales y españoles. Hacer un fuego enorme, beber cerveza de Idaho que es más fuerte pues no tiene las restricciones de Utah, y recorrer en bici las pistas de tierra que son las arterias de esta City, fueron algunas de las cosas que hicimos aparte de arrastrarnos por sus fisuras de granito, trepar por sus placas y buscar los rápeles de descenso en mitad de la noche oscura.
-Fotos de Mikel García-