25

abr. 2012

Zion. Cañones con eco

Me cuesta un poco mojarme el culo en los barrancos. En general me cuesta dedicar un día a descender cañones en las profundidades de las montañas. Si puedo elegir acabo yéndome a esquiar o escalar o cualquier otra cosa. Pero aquí, el universo del cañonero es enorme y puede estar lleno de aventura y exploración.

El estado de Utah no deja de sorprenderme. Es un referente mundial en la escalada en fisuras y en sus torres del desierto. También es la meca de un esquí libre y solitario en una de las mejores nieves del mundo. Pero si en vez de mirar hacia arriba y dirigirnos a sus cimas, orientamos nuestra cabeza hacia sus entrañas, descubrimos un laberinto inacabable de cañones, gargantas y barrancos.

Uno de sus Parques Nacionales más importantes, Zion, se revela como una de las capitales del barranquismo. En él se encuentran cañones con descensos de dos o más días, rápeles de más de cien metros y paredes altas como catedrales infinitas que apenas filtran unos pocos rayos de sol en sus profundas grietas. Un paraíso para el escalador y también para el barranquista que decide internarse en este mundo raro, con su propio ecosistema; plantas y animales que solo viven en estos lugares profundos y perdidos, donde el sonido se amplifica como en una iglesia vacía y otro mundo, solitario y recogido se abre ajeno al calor y al gentío del exterior.

Ha comenzado una campaña de exploración de los cañones de la zona. Trasladaremos el silencio de sus pasillos a estas páginas...